Nuestra vida transita a través de una larga sucesión de acontecimientos que no podemos determinar. Nadie elige que un ser querido fallezca, tampoco que suframos un accidente o que padezcamos una grave enfermedad. Estos sucesos, que se desencadenan como resultado de la interacción de un sinfín de variables que escapan por completo a nuestro control, configuran el hábitat en el que nuestra vida acontece.
Incapaces de controlar el contexto que nos envuelve, somos como una boya a la deriva golpeada sin cesar por el incierto devenir de los caprichos del mar. Sin embargo, semejante panorama no debería deprimirnos o amedrentarnos, pero sí hacernos reflexionar acerca de cuál es nuestro potencial para afrontar esta realidad.
No podemos determinar los acontecimientos de nuestra vida, pero sí decidir cómo vivirlos.
Si bien no podemos decidir qué nos acontecerá, sí que lo es cómo lo encajaremos. Porque como vimos en la entrada ¿Sabías que no existen situaciones insoportables?, los hechos que jalonan nuestra vida no son en sí mismos de una determinada manera. Lo que nos deja libres para experimentarlos de diferentes modos, según nuestras previas inclinaciones. Por tanto, cómo experimentamos cada momento de nuestra vida es nuestra verdadera libertad. ¡Disfrútala!
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